lunes, 6 de julio de 2009

Grandes avances en la lucha contra el sida en Haití

Cuando a Micheline León se le detectó el virus del sida, sus padres le dijeron que le tomarían las medidas para el ataúd.
"Mi familia había perdido la esperanza", recordó.
Quince años después, la mujer sigue viva en esta región del centro de Haití y observa a sus cuatro hijos jugando debajo de plátanos. Luce saludable y ninguno de sus hijos _ tres varones y una niña, nacidos todos después de que se le diagnosticó el virus_ es portador del VIH.
"No estoy enferma", afirma. "La gente dice que estoy enferma, pero no lo estoy. Estoy infectada".
En muchos sentidos, la historia de esta mujer de 35 años es la historia de Haití.
A comienzos de la década de 1980, cuando se propagó la enfermedad entre los haitianos que se habían refugiado en Estados Unidos, huyendo de la dictadura, se pensó que el mal podría matar un tercio de la población haitiana, pero la tasa de infecciones del VIH se mantuvo por debajo del 10% y luego descendió.

En una larga serie de entrevistas con médicos, pacientes y expertos, la AP comprobó que el éxito en la lucha contra el sida en un país conmocionado por la agitación política y social se debe a la cooperación de numerosas organizaciones y a que se hicieron programas a la medida de las necesidades específicas del país.
Buena parte del mérito es de dos organizaciones sin fines de lucro: Partners in Health (PIH), de Boston, y GHESKIO, de Puerto Príncipe, considerada la clínica de sida más antigua del mundo.
"La comunidad haitiana del sida se siente a la vanguardia de todos y realmente lo está", expresó Judith Timyan, del programa de sida/VIH de la Agencia Estadounidense para el Desarrollo Internacional. "En varias cosas que hacen están entre los mejores del mundo".
Los investigadores dicen que se redujo la cantidad de infectados al cerrar los bancos de sangre privados. Programas bien coordinados para el uso de drogas, educación y cambios de costumbres, incluido un uso más difundido de condones, evitaron que surgieran nuevos brotes, al menos por ahora.
Las estadísticas son poco confiables en este país donde reina la pobreza y escasea la infraestructura.
Lo mejor que pueden hacer los expertos es calcular el porcentaje de infectados en relación con la población total. Entre 1993 y 2003 se hicieron exámenes únicamente a las mujeres embarazadas y la tasa de infecciones bajó del 6,2% al 3,1%, según GHESKIO y otros estudios nacionales.
Los especialistas examinan ahora a toda persona de 15 a 49 años y la tasa oficial de infecciones es del 2,2%, de acuerdo con el Programa Conjunto de la ONU para el VIH y el SIDA (UNAIDS).
Ese porcentaje es mucho más alto que el del mundo desarrollado, pero menor que el de Bahamas, Guyana y Surinam, y muy inferior al de Africa subsahariana, donde el promedio es del 5% y llega al 24% en Botsuana y al 33% en Suazilandia, pero la crisis todavía no está superada.
En el valle Artibonite, donde Partners in Health está abriendo dos clínicas, la tasa de infección es del 4,5%.
En muchos de estos sitios aislados la gente acude a curanderos, que les cobran grandes sumas de dinero y les recomiendan tratamientos que los médicos convencionales califican de peligrosos.
Gracias en buena medida a UNAIDS, que comenzó a asistir a Haití en 2002, y a 420 millones de dólares del programa estadounidense denominado Plan de Emergencia para Asistencia sobre el SIDA (PEPFAR), unas 18.000 personas cuentan con medicinas para el sida.
Ello representa un 40% de la gente que necesita medicinas, un porcentaje alto para el mundo en desarrollo, pero que deja desatendida a mucha gente.
De todos modos, los programas preventivos, de diagnóstico y tratamiento han sido lo suficientemente exitosos como para que sean usados como modelos por PEPFAR.
Un cofundador de GHESKIO, el doctor Jean W. Pape, fue premiado con la Legión de Honor en Francia por su trabajo, en tanto que Paul Farmer, cofundador de PIH, fue nombrado hace poco presidente del Departamento de Salud Mundial de la Facultad de Medicina de Harvard.
En un país convulsionado, en el que tres cuartas partes de la población no tiene acceso a servicios médicos ni hospitales públicos, pocos podían imaginarse lo lejos que se llegaría en la lucha contra el sida.
Cuando los emigrantes trajeron el primer brote de sida, algunos expertos pronosticaron que un tercio de la población podría morir ya que el país no estaba en condiciones de hacer frente a semejante problema.
La situación en el campo de la salud era tan mala que el Centro de Control de Enfermedades de Estados Unidos incluyó la palabra "haitiano" en la letra H de una lista de factores de riesgo, junto a los términos homosexualidad, hemofilia y heroína.
Haití, no obstante, le declaró la guerra al sida y fundó la GHESKIO en mayo de 1982, dos meses antes de que se diese un nombre al nuevo mal.
Pape dice que se contuvo la epidemia cerrando bancos de sangre que no estaban regulados, otorgando tratamiento a los enfermos y reduciendo las transmisiones de madre a hijo.
PIH fue fundada en 1983, por dos haitianos y dos estadounidense, uno de ellos Farmer. Era una pequeña clínica que trataba a personas infectadas en la comunidad de Cange, en las montañas.
Elaboró un programa de "acompañantes" en el que se paga a personas para que ayuden a los pacientes infectados a seguir el severo régimen de medicinas y medidas preventivas, el cual ha sido duplicado en Africa.
También se está copiando un programa de GHESKIO que da a los pacientes tarjetas telefónicas para que se mantengan en contacto con sus médicos.
Obner Saint-Valain "acompaña" a siete pacientes, incluida Marie-Lourdes Pierre, una señora ciega de 55 años, de Blanchard, que porta el virus desde 1999. Recibe 54 dólares al mes por esa ayuda.
"Si uno le está dando medicinas a un paciente, no puede tenerles miedo. Si el paciente se pone mal, yo lo meto en un auto y lo llevo a un hospital", manifestó Saint-Valain.
El tratamiento para los pacientes con VIH es gratis.
Paralelamente, se lanzan campanas preventivas, incluida la recomendación de que se usen condones. Desde 2004 fueron repartidos más de 51 millones de condones gratis en Haití.
"Muchos haitianos saben más sobre las formas de transmisión que los estudiantes de secundaria de Estados Unidos", declaró Pape.

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